¡Me encanta planear eventos! Eso lo escucho a menudo.

Creo en el deseo humano de celebrar, de celebrarse.

Me entregué por 11 años ¡a planear eventos! Especialmente bodas.

Y ahorita que estoy escribiendo, estoy llorando y no se porqué. Lo mismo me pasaba al ver a los novios encontrarse por primera vez. Lo mismo me pasaba al verlos bailar su primer baile como esposos. Lo mismo me pasaba al ver el papá de la novia, y ver a la novia convertirse en una niña de 5 años.

Me entra un escalofrío, yo creo que es la energía del amor.

Para mi las bodas, no son fiestas. Son pactos sagrados.

Una pareja que se jura amor eterno, ese amor que ahora dicen que no existe.

Unos padres que se juran a sí mismos, que sus hijos ¡estarán bien!

Unos amigos que se juran bailando, que ¡nada cambiará!

Sigo llorando. Voy profundizando.

Estos 11 años, corté, pegué, hice lazitos, doble papelitos, pinte recuerdos, compré detalles y me inventé otros, ¡sin parar! Pero siempre con una idea en la cabeza, ¡esto es sagrado!

Mi empresa se llama INFINITY PACTS, porque creo que el pacto del matrimonio es infinito. Aún cuando se repita. Pactar amor, es de inocentes con valor.

Aunque ahora escribiendo, siento que la que hizo un PACTO INFINITO fui yo: ¡Yo me entrego a ti!

Si me he entregado a la vibración más alta. La del amor.

Estos 11 años, las parejas agradecen mi compañía, pero lo que no saben es que mi matrimonio se ha fortalecido en cada promesa de ellos, que mi matrimonio se ha rejuvenecido en cada bailongo, que mi matrimonio ha recobrado la complicidad con cada mirada que le vemos a los ¡recién casados!

Mis proveedores me insisten en ¡la alegría y paz que les transmito a ellos! Y yo me sorprendo porque ¿quien no disfruta de planear una boda, en qué está?

Yo hablo de ¡poner el corazón en el lugar correcto! Y sí, habrán manteles, flores y sorpresas, pero cuando las parejas recuerdan que ¡se están casando! Toda la logística es añadidura.

Y en esa parte, de añadir, es que una WEDDING PLANNER debe accesar a su INNER PLANNER para no planear una fiesta, sino un ritual.

Me urge provocar a proveedores de eventos, organizadoras, diseñadoras, maestras de ceremonia a ¡dirigir la mirada hacia dentro!

Para que la industria de bodas pueda sostener el espacio energético de matrimonios conscientes. ¡Si si se puede!

Así que estas lágrimas que lloro saben a propósito, porque desde este momento ¡soy un libro abierto! Quiero que mi experiencia, aciertos, desaciertos, y perspectiva ¡sea pública! Y capacite a todas las personas interesadas en trabajar en el ¡el mundo de eventos!

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