Conforme empiezo a escribir, me empiezan a salir las lágrimas.

Por que estoy escribiendo de algo más grande que mi propio entendimiento.

En toda la Biblia se habla de ¨dar¨, y las religiones lo interpretaron como una instrucción. Cuando era un camino. Dios nos invita a dar porque sólo ahí, tenemos las manos abiertas para darnos, para recibir.

Cuando he sido más feliz, no ha sido cuando he recibido. Ha sido cuando he dado. Cuando me he dado.

Ustedes no tienen la idea la oxitocina (hormona del amor) que yo segrego cuando planeo una sorpresa para alguien, cuando compro algo que se que le encantará a una amiga. ¡Hasta cuando hago GIVEAWAYS en Instagram! Cuando hago voluntariados, ¡es como si volara entre nubes! Pero hoy entiendo, que es cuando mi vibración se eleva y me supera, me separa de mi misma, y me conecta con alguien más, con el universo entero.

Una de las épocas más felices de mi vida, y por eso no digo fácil, porque han sido las de mayor lucha, han sido las veces que hemos tenido niños en acogimiento en nuestra casa. (niños sacados por el PANI de su zona de riesgo, recibidos por familias para que no vayan a un albergue, mientras se define su situación legal) Las luchas eran reales, pero mi propósito llegaba a las estrellas. El cansancio, el enojo, la frustración se desbordaban, pero mi vida tenía más sentido que nunca.

No porque ayudábamos a un ¨huerfanito¨, no, algo pasaba, que estoy tratando de explicarles. La química del cuerpo, mis pensamientos, mis sentidos encontraban sentido a TODO LO QUE SOY. Dios nos invita a dar porque sólo ahí, tenemos las manos abiertas para darnos, para recibir.

En las últimas 4 semanas que he estado colaborando en Casa Libertad, había días que iba sintiéndome enferma, en resistencia por dejar a Lina en la mañana con alguien más, agobiaba por la presa y porque iba tarde, pero en el momento en que yo entraba en ese lugar, yo no veo víctimas de tráfico humano o de explotación sexual. Yo me veo. Siento que empiezo casi a levitar, ya no me duele nada, nada me preocupa,  las chicas y yo vibración en la frecuencia más alta, el amor y la gratitud. Dios nos invita a dar porque sólo ahí, tenemos las manos abiertas para darnos, para recibir.

Cuando he tenido la oportunidad de ir a Casa Esperanza,  refugio para mujeres en la zona roja, en prostitución y condición de calle, no las vi. Me vi. Vi toda mi vida pasar frente a mis ojos y encontrar sentido a mi historia.

Cuando fui a pintar con los niños del Hospital de Niños, solo con entrar a la sala de emergencia, ¡toda mi vida era perfecta!

Cuando he ido a trabajar con ILORI a LaCarpio y escuchar a madres de 13 años vivir agradecidas y satisfechas con su maternidad, ¡toda mi maternidad recibe un dosis de realidad!

Cuando estoy leyendo mi libro, MI RESCATE, Libro de Autoayuda Infantil a grupos de niños, mi alma no está en la silla, lo abarca todo, y me siento inmensa, no en tamaño, sino en existencia.

Cuando escribo en mi blog y redes, y ¡conecto con toda la comunidad! Esto ya no es digital, esto nos supera.

¿Me van captando? Pocas veces se trata de ¨ayudar¨, a veces creo que no existe tal cosa como ayudar. Ayudar me parece una palabra vacía y corta, para conectar, encontrarse en el mundo, encontrarse en mi mundo.

La felicidad se ha definido como tenerlo todo, y podría ser ¡darlo todo! Hay propósitos personales, familiares, laborales, sociales y universales. Todos esos llenan, ofrecen y piden una parte de nuestra esencia ¡que es necesaria! ¡para el mundo!

Repito hay propósitos:

  • Personales
  • Familiares
  • Laborales
  • Sociales
  • Universales

Cada uno de ellos nos conecta con un llamado y don, que nos fue otorgado al nacer. ¡Por eso nacimos!

¿Los conoces? ¡Porque tu alma espera por expresarlos!

¨No seré una estrella del rock. Seré una leyenda¨. Freddie Mercury