Si pusiéramos en WAZE, ¨amor propio¨, nos pediría que diéramos vuelta en U.

A veces pensamos que el amor propio es un destino, una ubicación que nos pueden compartir, pero es un espacio dentro nuestro, que se llama maestro interno.

En ese espacio el amor propio, la sana auto compasión, el auto cuido, la espiritualidad, la motivación,  la atención plena, hasta la intuición, son los frutos maduros de un maestro interno consolidado.

Este maestro interno se construye sumando todo esto:

  • Memorias ancestrales: ¿qué conocen de su abuelita o de su bisabuela? ¿y de sus abuelos? ¿han escuchado sus historias? ¿los pactos que todavía siguen vigentes? ¿las promesas que se hicieron?¿los secretos que guardan?
  • El momento de nuestra concepción: ¿fuimos concebidas en un acto de amor? ¿nuestra madre se sentía amada, segura, respetada? ¿soñaba con hijos? ¿nuestra madre era una niña todavía?¿tenía una relación estable con nuestro padre? ¿se sentía linda? ¿se sentía vulgar? ¿disfrutaba del sexo o la hacia sentir culpable?
  • Nuestros 9 meses de gestación: ¿nuestra mamá comió bien? ¿había otro hijo en casa? ¿estaba estable económicamente? ¿papá estaba cerca? ¿tenía amigas? ¿habían complicaciones? ¿qué expectativas tenía nuestra mamá sobre el embarazo?
  • Nuestro nacimiento: ¿fue un parto respetado? ¿nuestra mamá se sintió segura, acompañada? ¿hubo complicaciones? ¿nos pusieron en el pechito de mamá al nacer?
  • Primera financia (De 0 a 6años): con experiencias y dinámicas familiares. ¿llorábamos mucho? ¿dormíamos? ¿tomamos pecho?¿quién nos cuidaba? ¿somos hijas mayores, del medio o menores, únicas? ¿nos dejamos cuidar o asumimos el rol de cuidadoras? ¿éramos obedientes o rebeldes? ¿cómo nos disciplinaron? ¿cómo vimos a nuestros padres relacionarse?

Luego entra en loop. (repetir)

Si, mi maestro interno es mío, y libre, pero yo no aparecí de repente en la historia. Soy Lineth, hija de Heidy, hija de Belarmina, hija de Marcela, hija de María.

Conectarse con el maestro interno es un camino lleno de aceptación, sanación y perdón, honor, sobretodo de amor.

Les había contado que soy pelirroja de profesión, (natural) y dicen que es por el esposo de mi bisabuela Marcela. Entonces en mi ADN tengo material genético de mis bisabuelos, posiblemente también heredé su fuerza, sus conquistas, temores, secretos y pactos.

Hay gente que le llama a esto cadenas generacionales, a mi me gusta llamarle, lazos. Las cadenas pesan y atan, los lazos unen. Pero sí reconozco que en la medida en que no se reconozcan actúan como grilletes fantasmas, porque no se ven, pero lastiman.

Nuestro maestro interno es individual, personal y único. Nos habla al oído directo. Nos habla de lo que nos hace bien, de lo que busca el alma, del deporte que nos llena, de la comida que nos transforma, de las amistades que nos construyen, de cuándo parar, de cuándo continuar.

Lo que pasa es que esa voz la tenemos en MUTE, porque las voces del discurso materno, las voces de pactos, y las voces de las dinámicas familiares hablan más fuerte, ¡y hacen un escándalo en la cabeza!

Por otro lado nos dicen, ¡ámense! ¡Lo intentamos! ¡Y no nos sale! Estamos en loop.

Escuchamos en la cabeza:

  • Amarse es de ególatras
  • Me siento más importante amando a los demás
  • Amarse es para las que les sobra el tiempo
  • Tengo que ser la mejor en amarme
  • Amarse, ¿pero cómo se ama?
  • Ok si ya entendí, voy a amarme ¿por donde empiezo?

Y luego el maestro interno susurra, ¡ven y te muestro!

El maestro interno es el acceso a esa energía creadora que nos puso en el Universo.

Es la fuerza que hace que los planetas giren sin chocar, que el mar se detenga en la arena, que los árboles boten sus hojas.

Para mí, Dios, para ustedes, ustedes eligen. Esta parte de elegir es la más poderosa del maestro interno, porque hasta siento el pelo moverse al ritmo del libre albedrío.

Es tan rico saber que cada día elegimos. Podemos elegir bloquear nuestras memorias, o podemos elegir entrar a ese pasado, que se manifiesta hoy y llevar luz.

Esa capacidad que tenemos de elegir, es poderosa, es interna, es una maestra.

Soy una perfeccionista recuperada. Digo recuperada, porque ahora puedo elegir cuando serlo. Ser perfeccionista es una virtud, siempre y cuando sea mi elección.

Me recuperé de mi perfeccionismo, sólo en el momento que fui consciente de todas las memorias que me habían llevado a tener esa necesidad.

Intenté la sicología, el positivismo, las afirmaciones, oré, y entre más oraba parecía que Dios lo que quería era que yo entrara a la hebras más profundas de mi ser, y sanar de adentro hacia fuera. Vi mi historia completa, reconocí lo que no estuvo bien, rescaté lo que nos salvó, y puff! ¡Se presentó mi maestra interna con un fuerzón!

Eso no significa que de repente mi WAZE pierda señal y mi tire por calles en mi cabeza rarísimas, pero luego lueguito agarra señal y recalcula la ruta directo a mi maestra interna.

Sólo en ese momento las voces que gritaban ¨tienes, debes, un poco más, mejor¨, pierden fuerza y la voz de mi maestra interna habla fuertísimo, y me habla así ¨¿te gusta, quieres hacerlo, quieres hacerlo ahora, quieres hacerlo así, se siente bien, respira, estás segura?¨

Diría WAZE ¡Has llegado a tu destino!